Como parte de un experimento personal en comunicación y producción literaria estoy poniendo la novela hip-hop "Margarita, está pijuda la playa...the beach" por capítulos en varias entradas de este blog. Hasta la fecha están en el blog la Introducción (escrita por el Dr. Cástulo Guandique), y los Capítulos I, II, III, IV, V, y el VI y el VII en esta entrada).
Gracias por su comprensión y espero sus comentarios,
carlos corea l.
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-VI-
EL CELULAR (Managua, Nicaragua)
El Malecón
Ya estando en sexto grado de primaria (repitiéndolo por segunda vez—no porque fuera bruta sino que es muy difícil aprender cuando se llega con hambre a la escuela y cuando a los maestros les vale verga si los chavalos aprenden o no), la Maggi se encontró en el malecón de Managua al Licenciado (que para efectos prácticos permanece anónimo por el momento), su profe de Estudios Sociales quien la invitó aún par de bichas[1]
—pedime lo que querrás amor, dijo el profesorcito con toda la arrogancia imaginable
—regáleme un celular dijo la cipota
Media hora después cuando estaban cogiendo en el motel de 15 Córdobas la hora del barrio San Antonio, en los escombros de la vieja Managua—en donde aún el aire mismo todavía anda de luto y en el mero mero lugar donde murieron aplastados…chocoplós!, de un solo cachimbazo!, 8 miembros de una misma familia en el terremoto del ‘72—la chavala, toda inquieta, asustada por los lamentos de las 8 voces quejándose en una sola voz aterradora, e ilusionada por el regalito esperado como agua de mayo, le dijo:
—pero de verdá Licenciado que me va ‘a dar el celular?
—si amor…pero callaaaate…no siás encaaaave…dejame que me venga rico y un día de estos te lo doy, dijo el Licenciado, mientras seguía encaramado en la pobre cipota y terminaba desesperadamente aferrándose a los pechos de la chiguina—jícaros en miel y salvación de las almas en pena de la Nicaragua trágica en que hemos vivido bajo la bota negra negra negrísima de la oligarquía y del neocolonialismo gringo y europeo—hermanitos gemelos del crimen internacional organizado.
Tres semanas más tarde y unos cuatro polvitos mas en el Romeo y Julieta, el motel destartalado y echo mierda a dos cuadras del Huembes, el profe se le apareció con una cajita empacada en papel de regalo rosado y con un lazo amarillo verdoso color mierda de chavalo recién nacido. Fue el primer teléfono que la chavala tuvo en su vida pues el número perpetuo que tenían en su casa era el cinco-cinco-cincorriente…
Cuando salió del Romeo y Julieta se fue caminando a la casa de la Rosita Parrales Aragón ubicada de la estatua de René Schick media cuadra al lago (la casa verde mini-falda en donde afuera está siempre echado un perro pulgoso. Le dicen mini-falda porque del suelo para arriba-como un metro, es de bloques de concreto; y luego sigue de madera). Le enseñó el celular y pasaron más de media hora explorando todas las opciones que tenía, que en realidad eran solamente tres: una bandeja de entrada y salida de llamadas, un calendario para llevar una pequeña agenda y un juego de solitario para el aburrimiento. Se acostaron a ver televisión en el catre de la Rosita y se besaron hasta quel dedo experto de la Margarita hizo que la chavala pegara alaridos de placer. En esos tiempos la Rosita pasaba los días solita oyendo radio, viendo la tele y esperando a la Margarita para ver juntas la novela, pues su mamá, la Leonilda Aragón López, originaria de Santa Lucía, Boaco y conocida como La Nildita, no se mantenía en la casa pues ella lavaba y planchaba en un caserón de Las Colinas, (al otro lado del famoso barrio Schick ) que había recuperado por cinco mil dólares un ex Contra corruptisisísimo que quería ser Presidente y que escribía cuentos populares de la vida campesina y que luego dramatizaban en una estación de radio de audiencia nacional.
El papa de la Rosita, Pedrito Parrales Gadea, originario de San Pedro de Lóvago, y conocido en el barrio como “el ñato Parrales” después de que un chivo[2] le había quebrado la nariz en un prostíbulo de mala muerte que operaba abiertamente durante las fiestas patronales de Juigalpa—vivía en Alajuela Costa Rica en donde trabajaba de jardinero/chofer de una familia tica medio acomodada que medio le pagaba y todos los días, para mantenerlo en un estado de semi-esclavitud voluntaria, lo torturaba psicológicamente diciéndole: acuérdese majecillo que le estamos haciendo un favor dándole este trabajillo…así que paisa, no desperdicie esta oportunidad…además usted sin papeles, si lo agarran lo mandan de regreso…y en Nicaragua solamente meterlo a la guerrilla es lo que le ofrecen huevón…allá le ponen el riflillo al hombro a matar paisas…
—estos hijoeputas ticos nos las van a pagar algún día…van a hacer falta postes para colgar a todos estos cabroncillos roba-ríos!...pensaba el ñato cada vez que su jefe lo humillaba con las amenazas que al tiquillo explotador le parecían divertidas.
—si pudiera casarme con vos no lo pensaría dos veces le dijo la Margarita antes de quedarse dormida sin terminar de ver el capítulo final de la telenovela del momento que tenía varios meses de mantenerlas clavadas al televisor en blanco y negro de la casita mini-falda del famoso o infame barrio Schick ( barrio nombrado en honor de un ex presidente títere de los Somozas que había renunciado cuando le dio un ataque al corazón que lo mandó a ver crecer la grama desde abajo). La telenovela que las mantenía unidas era la famosa telenovela Esmeralda[3].
La Rosita la quedó viendo y le dio un beso tierno en la mejía mientras la chavala inocente soñaba con una ciudad llena de edificios de todos los colores, habitada por un montón de gente de todos los países del mundo que manejaban convertibles a velocidades supersónicas y caminaban normalmente por las calles en vestido de baño y en chinelas de gancho, hacia una playa caliente de arenas blancas refrescada por las olas azules de las aguas tibias de Miami.
Coño! Cosa más grande la vida caballero! fue lo que escuchó, sin entender la muchachita en su sueño dulce e inocente Que te zingo! ¡mira pa’ eso!...ñó!
—VII—
MANAGUA—en la rotonda el Gueguence—refugiada en el alero de las oficinas de Iberia bajo un gran cachimbazo de agua—con otros vendedores del semáforo.
—y ondiándabas Margarita?
—vosabés Pablito que no puedo venir diario ahora porque estoy tres días enel Oriental.
—yo pensé que teabias ido pa Miami…comuablás tanto dese viaje…i. Ahhj antes quese miolvide, pasuél renco Juan…te acordás dese maje?
—el hijueputa ese quera policía?
—El mismo degenerado. Ahora leanda chofereando a un maje del gobierno…un maje bien grueso. Me dijo que tiandaba buscando porque su jefe queríablar con vos
—conmigo?, Y yo que tengo que ver con los enredos del renco Juan?
—dice que siempre te ven vendiendo cuando van para la Asamblea y que le gustas al patrón y quesi te pones las baterías te puede ayudar para que te vayas a Miami
—que deaverga está el rencoemierda, como que yo anduviera putiando en las calles
—vos sabes quiunas putas fueron las primeras que liayudaron a Sandino?
—pero eso no quiere decir quesoes lo que tengo quiacer.
—mirá niñá, un polvito a cambio de un viajecito a Miami no te caería mal dijo Pablito mientras pegaba la carrera a la otra esquina huyendo de la Margarita que intentó pegarle de la arrechura que le dio la insinuación directa de Pablito, quien era tan pobre tan pobre, pero tan pobre, pobre, pobre, que sus amistades le decían el-come-cuando-hay. Y de verdad que Pablito, ya todo un hombre de 18, parecía un muchachito de 12 años pues era pobrecito, pobrecito, pobrecito y tenía que hacer muchos cuentos e inventos para hacer de vez en cuando los tres tiempos.
La Margarita se quedó sola, íngrima, silenciosa, viendo el poster de Iberia enseñando un avión grande, y con las letras Managua-Miami-Madrid (hermosísimo, como para cinco mil pasajeros y hasta debe de tener picsina—pensó la chavala ingenua), …después de contemplar el avión por un buen rato le dijo al avión, o a Pablito, o a Caremango…o a la vida misma:
—andá come mierda voj hijuelamilputa
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Las mujeres más dignas del mundo
—25 de Diciembre1926
(Eduardo Galeano)
Son las putas de Puerto Cabezas. Ellas conocen, por confidencias de cama, el lugar exacto donde los marines norteamericanos han hundido cuarenta rifles y siete mil cartuchos. Gracias a ellas, que jugándose la vida
desafían a las tropas extranjeras de ocupación, Sandino y sus hombres rescatan de las aguas, a la luz de las antorchas, sus primeras armas y sus primeras municiones.
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Y la chavala se fue caminando llorando cuando de un solo pijazo se dio cuenta que ahora Caremango se la cogía cada vez que el desgraciado podía, inventando toda clase de artimañas para estar solito con ella, y que lo más seguro que la Chabela—la misma mama, sabía todo y, con tal de tener un hombre fijo, prefería no enfrentar al Caremango, pues según dicen las malas lenguas calumniosas, en Nicaragua es muy común que los hombres se cojan a sus hijas (con las hijastras es un tiro casi fijo) y que las mujeres sacrifiquen a las hijitas , a cambio de la compañía y el cariño de los hijoeputas violadores—y a veces los aguantan aunque no tengan ni un peso!
El cachimbazo de agua era implacable y la chavala caminaba tiritando con el vestido remojado pegadito al cuerpo enseñando unas caderas de película y unos pechos perfectos por el que cualquier chavala fea y sin gracia de la oligarquía nacional (porque las hay en cantidad!), o cualquier gringa pecho plano (que también abundan!), pagaría cinco mil lapas verdes en alguna clínica en donde hacen la llamada cirugía plástica—que en realidad las deja con el cuerpo lleno de plástico—más feas y listas para un cáncer que las empuje de un vergazo a una eternidad de plástico en donde no hay ni angelitos, ni quemas de incienso, ni coros celestiales.. solamente plástico pudriéndose…
...silicón pa’ la eternidad ♬,a como dice el merengue que no se ha escrito todavía.
La Margarita era pues, una hija del pueblo que con ese cuerpazo incipiente podía hacer pecar y blasfemar a cualquier ministro, cura piadoso o diputado santulón; y podía conseguir el viaje a Miami tan deseado; si acaso era verdad la famosa historia del infame renco Juan.
—a quién le andará manejando el renco Juan? A Bayardo, oa Wilfredo, oa Byron; oal que voló los balazos en la rotonda; oa lo mejor andará con el mismo viejito sinvergüenza?
Pensó la chavala mientras sentía la cara empapada y tiritando se le ponían los pezones duritos duritos como jocotitos celeques…riquísimos pues.
La Alcoba Matrimonial
Como a la una de la mañana llegó Caremango con sus buenos tragos. Se quitó la camisa, después el pantalón. Quedó desnudo a como dios lo trajo al mundo pues no usa calzoncillo y se acostó a la orilla de la Chabela—quien a pesar de haberse despertado, siguió roncando un rato más
—chabelitá…se me está parando la cosa, le dijo Caremango en un susurro…ya no aguanto más la presión en el baro
—dejame tranquila que estoy cansada
—ideay? Y qué querés quiaga si se me está parando? Acordate ques malo no descargar a tiempo… si se me acumula me puede volver loco…
—y que no te das abasto con la Margarita?
—qué hijueputa estás diciendo?
—vos sabés bien lo questoy diciendo hijueputá…déjame dormir que estoy cansada, dijo la Chabela mientras se volteaba huyendo del aliento a guaro del marido… y siguió durmiendo.
Desde el otro catre, a no más de 4 cuatro metros de distancia, la Margarita había logrado descifrar todos los susurros de la plática. Se le salieron cuatro lágrimas, …silenciosas…bien silenciosas…abrazó al Magüi, quien ladró pues estaba soñando que iba persiguiendo a una gallina; y pensó la Margarita desde su kiosco de malaquita—todos los hombres son unos hijoeputas…hijoeputas todos. No hay esepción…
Varios años después, cuando la Margarita había regresado triunfante de su encontronazo con el Sueño Americano y varios meses después de que Caremango había desaparecido de sus vidas (presumiblemente difunteado), le recordó a la Chabelita ese diálogo en susurros
—eso que decís vos Margarita es mentira…quien sabe que invento es ese para echarme la culpa de tus vagancias. Cómo hijueputa hubiera yo Margarita…Cómo hubiera permitido que Caremango te tocara un pelo de la cabeza? Seguramente vos dormida soñaste esa vulgaridad. No entendés que yo te anduve 9 meses en la panza y que jamás…
La Chabela lloró mientras le tiraba un zapato al gato que estaba a punto de subirse a la mesita diminuta del comedor, a terminarse una leche en una pocillo y continuó con su historia:
—jamás de los jamases hubiera yo permitido algo semejante…para decir la verdad, una cosa que yo siempre sospeché y no te lo saqué en cara por vergüenza es que vos te le metías a tu papa. Vos crees que yo no te veía cuando te quedabas en pelota[4] enfrente del haciéndote trenzas con los pelos del mico? Vos no tenés idea lo que sufrí por eso! Y ahora te me querés hacer la virgencita y que yo no te protegí…que clase de cara de piedra la que te gastás mujer que no tenés vergüenza…yo soy la que debería de estar encachimbada…con todo lo que sufrí por culpa de tu papa…yo sacrifiqué mi vida para conservar a la familia…vos tendrías que vivir cien vidas para agradecerme un poquitito toditito lo que yo he hecho por vos…malagradecida de mierda es lo que sos…
—Así lo vamos a dejar pero vos sabes que el hijueputa ese me cogió a gusto y antojo y vos lo sabías…y no me hablés nunca más en la vida pues a partir de este momento yo no tengo mama. Sos una hijueputa degenerada que no pudiste defenderme nunca! Y oime bien. Y te repito hijueputa, a partir de este momento yo no tengo mama.
De esta manera la Margarita fue que se quedó completamente huérfana y sin nadie en el mundo que pudiera sentir algo por ella. Con la excepción naturalmente del renco Juan, quien en esos momentos ya era Padre de la Patria desde su silla de cuero acolchonada en la mera mera Asamblea Nacional.
[1] Cervezas.
[2] Chivo: proxeneta, rufián, administrador y protector de putas.
[3] Esmeralda es una exitosa telenovela venezolana producida en 1970. Una segunda versión venezolana en 1984 se llamó Topacio, y la versión Mexicana de Televisa salió al aire en 1997. Finalmente salió una versión nueva en Brasil en el 2004. Es la historia de amor entre la cieguita Esmeralda Rosales-Peñarreal y José Armando Peñarreal De Velazco, dos niños que nacieron el mismo día, fueron intercambiados por la partera y crecieron en dos familias económicamente opuestas. Contra todos los pronósticos imaginables, Esmeralda y José Armando logran vencer las adversidades—incluso la ceguera, y el amor de ambos prevalece para terminar juntos en un final feliz.
[4] Desnuda.