Tesis Sandinista
Sólo la lucha por la democracia directa, la economía de equivalencias y la justicia social pueden coordinar y guiar la infinidad de esfuerzos individuales hacia el Triunfo Final de las grandes mayorías empobrecidas y enajenadas por el Capitalismo Salvaje.
A estas alturas del 2011, sabemos que históricamente ni el Capitalismo ni el Socialismo Histórico han logrado resolver los problemas de la humanidad.
Lo que caracteriza nuestra época es el agotamiento de los proyectos sociales de la burguesía y del proletariado histórico, y la apertura de la sociedad global hacia una nueva Civilización: la Democracia Directa.
La dominación Capitalista tiene cuatro elementos:
- La economía de mercado, que es la continuación de la guerra por otros medios.
- La democracia formal plutocrática con funcionarios electos que no representan a los electores sino que los sustituyen, ya que los elegidos para servir al pueblo sólo sirven a dos amos: a las élites y a sus propios intereses.
- El estado clasista, sexista y racista que por lo general representa a un estrato social dominante con un proyecto histórico de explotación y acumulación de capital robado a la clase trabajadora.
- El sujeto liberal como productor de mercancías y realizador de la plusvalía que termina en las arcas de los Capitalistas.
PLUSVALÍA: que define el “secreto” de la explotación burguesa descubierto por Marx y Engels: el capitalista compra la fuerza de trabajo para jornadas fijas, digamos 8 horas; pero el valor que necesita generar para “amortizar” el salario de esa jornada, lo produce en una fracción de la jornada, supongamos, en 6 horas. Las dos horas restantes generan la plusvalía—es decir, el excedente sobre el salario—con que se queda el capitalista. Por eso Marx define la explotación como la apropiación gratuita del producto de trabajo ajeno (trabajo excedente) sobre la base de la propiedad privada de los medios de producción.
A estas alturas, nadie que comprende un poco de historia, creerá que el capitalismo pueda ser un sistema del futuro que de a la humanidad las banderas que ésta necesita y reclama: paz, democracia real y justicia social.
Asimismo, nadie pensaría que el Socialismo Histórico puede superar al Capitalismo mediante un movimiento de masas.
Lo que los protagonistas políticos mencionados no pudieron resolver: la construcción de una nueva civilización no salida de la filantropía (caridad, ayuda internacional, buena voluntad de las ONGs, etc.), sino de la praxis social que responda a las necesidades reales de las grandes mayorías.
En este momento vemos que en el mundo todo, el sistema capitalista está produciendo resultados concretos: la concentración y centralización del capital y la riqueza en pocas manos (los cinco mil multimillonarios y los políticos profesionales a su servicio, son los responsables del infierno dantesco que viven miles de millones de seres humanos).
Este carácter anti-democrático explica, que los resultados de la economía mundial no están en concordancia con las necesidades de la población mundial. Esta realidad nos obliga a buscar un nuevo modelo que responda a las necesidades de la población enajenada, que no puede resolver su situación dentro de la democracia burguesa, sino solamente en un tipo de convivencia diferente como es la Democracia Directa.
Esta realidad asimismo, exige planteamientos teóricos que pueda guiar las luchas de transición hacia el triunfo de las mayorías bajo la bandera de un Socialismo del Siglo XXI, que nos permita romper las camisas de fuerza de la enajenación, y pensar con claridad frente a los mitos dominantes para que nos podamos realizar según nuestras capacidades, y garantizar las necesidades humanas para todos los miembros de la sociedad global.
La clase o sujeto social que no tiene una visión sistematizada del futuro—su proyecto histórico—no será dueño de su porvenir, sino que servidor del triunfador.
El conflicto entre los que tienen, acumulan y malgastan los recursos, y aquellos que no tienen y son empobrecidos no se resolverá con tele-conferencias, seminarios y talleres en hoteles de lujo y filantropismo de los ladrones globales, sino sólo por la conquista del poder.
Los esfuerzos de los movimientos de resistencia no llegarán a la síntesis de la Democracia Directa por medio de la empatía y del convencimiento del “otro”, sino por una acumulación de poder de los y las excluidas que logre superar a la de los explotadores.
Esta acumulación no es un fin en si mismo, sino un medio para poder destruir un sistema que no responde a las necesidades apremiantes de la humanidad y que se ha disfrazado de sentido común refugiado en un aparato ideológico de dominación que constantemente ha cometido crímenes en contra de la humanidad.